El único patrimonio que tenemos hasta ahora, aparte de la inteligencia colectiva y las relaciones que hemos sido capaces de activar durante estos dos años, es un cúmulo de preguntas, de incertidumbres, solamente algunas intuiciones que queremos comunicar y compartir. LADINAMO no es más que un laboratorio, un espacio para proponer y verificar hipótesis. Hasta el momento no es más que un ejercicio de interpelación, una experiencia reflexiva que instituye su proceso como un caminar preguntando que parte de la necesidad y el deseo de resultar comunicable, transparente y participado.
El sentido que mueve el proyecto es la constitución de un espacio público en la ciudad de Madrid, un canal para la comunicación, la crítica y la cooperación productiva. Es sencillo: el deseo político de ejercicio de una plena ciudadanía por parte de un grupo de jóvenes (y no tan jóvenes) que viven su condición de precarios en un mercado laboral cada vez más desestructurado y terrible se encuentra en el origen, su voluntad por devenir sujetos de la enunciación y no meros objetos del enunciado. La mayoría de ellos han pasado por la universidad o todavía la siguen habitando de diferentes formas, han estudiado sociología, filosofía, informática, historia… son periodistas, fotógrafos, arquitectos, músicos, actores y actrices, DJs, animadores socioculturales. Forman parte del nuevo precariado habituado a empleos de mierda, a la irregularidad, a la incertidumbre en lo material, son los objetos de un trabajo inmaterial que parece condenado a soportar censuras continuas, humillaciones y chantajes, una fuerza de trabajo castrada y obligada a ser obediente sin más alternativa que tragar para poder ir tirando, para poder salir adelante. El ejemplo más evidente son las gentes que desde el mundo del periodismo constituyen una parte importante del proyecto de revista de LADINAMO. Trabajan para diferentes medios, unos son becarios en El País, otras trabajan en la CNN+ o escriben en La Razón. Viven la cotidianidad de un trabajo como mera mediación, como imposición para poder pagar el alquiler, comer o ir el viernes al cine. Saben de censuras, de frustraciones, de obediencia. Precisamente por eso ven en LADINAMO la posibilidad de recuperar el sentido de su actividad, de expresarse, de desobedecer en el ejercicio de su profesión. Otros tienen bastantes más inquietudes que poner copas los fines de semana por las noches por cuatro duros o trabajar de papagayos telefónicos para empresas de telemarketing.
La fórmula organizativa de la que partimos, la manera que hemos encontrado para estructurar el proyecto es una red abierta de diferentes colectivos creativos: la revista, el proyecto editorial, la compañía de teatro, el grupo de danza, el colectivo de disc-jockeys, etc. Junto a estas iniciativas que poco a poco se van modulando y van tomando forma, existen dos espacios para la interacción y la conexión entre los diferentes colectivos. Uno es el café que inauguramos el pasado 11 de septiembre en la calle Mira el Sol nº 2 de Madrid. Un espacio multifuncional para el encuentro y el desarrollo de diversas actividades y talleres. Es la ventana física por la que asomarse al proyecto y el lugar tangible por el que participarlo. Dentro de este proyecto se dispone de un servicio público de acceso a Internet y de trabajo en red con sistema operativo Linux, con software libre. El otro espacio de interacción es la web colectiva de todo el proyecto (www.ladinamo.org), aún en proceso de configuración. Un territorio telemático en la red de redes para que circulen las informaciones, los foros, las experiencias. La ventana virtual por la que recorrer todos los espacios, proponer y debatir.
La intención de todos los proyectos que poco a poco van e irán componiendo la red absolutamente abierta de LADINAMO es la de poner en el centro de la actividad este asunto que para nosotros es tan importante. El trabajo sobre la dimensión material y la constitución de una verdadera comunidad metropolitana, de una experiencia comunitaria anómala pero que no se sitúe en los márgenes, sino que encuentre las maneras para atravesar la ciudad y la vida, que sea totalmente comunicable, compartible, que contamine y sea contaminable. Que coopere con otras experiencias, que pueda generar infraestructuras para la política y la intervención cultural.
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