Mira hacia las profundas hendiduras de una colonia de hormigas y descubrirás una comunidad extremadamente bien organizada con millares de trabajadores desarrollando tranquilamente sus tareas. Algunos cavan nidos mientras que otros recolectan el alimento o atienden a los jóvenes. Sorprendentemente, cada tarea se ejecuta sin supervisión o dirección, y algunos trabajadores incluso intercambian tareas para resolver las siempre cambiantes necesidades de la colonia.
¿Cómo un insecto con un cerebro del tamaño de una semilla de amapola decide realizar una tarea en particular? La respuesta, dice un equipo de biólogos de la Universidad de Stanford, tiene menos que ver con capacidad intelectual que con el extraordinario sentido del olfato de las hormigas. Los científicos descubrieron que, cuando un desfile de hormigas exploradoras vuelve al nido, sus señales distintivas de olor corporal instan a otros trabajadores a marchar en busca de alimento. Esta nueva visión sobre el comportamiento de los insectos sociales es el descubrimiento más reciente que emerge de un estudio de campo de 20 años de duración sobre las hormigas rojas cosechadoras (Pogonomyrmex barbatus) en el desierto meridional de Arizona - un proyecto diseñado y conducido por Deborah M. Gordon.
"Las hormigas usan los productos químicos tal como los seres humanos usamos la visión y el sonido. Así es cómo consiguen la mayoría de la información sobre lo que está ocurriendo en su entorno", ha dicho Michael J. Greene de Stanford. "La información táctil también es importante para ellas, pero para la mayoría de las hormigas la visión no lo es". Las antenas de una hormiga están extraordinariamente bien sintonizadas para distinguir los sutiles olores producidos por los hidrocarburos. La cerúlea superficie externa del cuerpo de una hormiga contiene cerca de 25 hidrocarburos diferentes, que emiten olores levemente diversos que son imperceptibles para las personas, pero que para una hormiga proporcionan información relevante sobre la vida en la colonia. "Sutiles cambios en la concentración de estos productos químicos relativamente simples pueden producir cambios de comportamiento muy importantes y profundos en las hormigas," comentó Greene.
"Una hormiga puede determinar las tareas de otra hormiga usando los hidrocarburos que son específicos para esa tarea. No es un logro intelectual; es un logro perceptivo. La hormiga no tiene que pensar para sentir la diferencia entre un hidrocarburo y otro. Apenas tiene que tener los receptores apropiados para oler tal diferencia", ha explicado Gordon. Las hormigas no se dicen qué hacer cuando se encuentran, acentuó: "Lo que parece importar a una hormiga es el patrón de interacciones que experimenta, más que la transferencia de un mensaje o una señal en particular en cada interacción".
Entender las señales y las interacciones que permiten a insectos de tan pequeño cerebro construir comunidades complejas se ha convertido en un importante campo de investigación, no solamente para los biólogos sino también para los ingenieros que intentan solucionar intrincados problemas informáticos, comunicaciones de red e incluso robótica. El estudio de Greene y Gordon, "Cuticular Hydrocarbons Inform Task Decisions", ha aparecido en la edición del 1 de mayo de la revista Nature. >de *'Work stinks': It's more than just a slogan among ants, researchers find*. 30 de abril, 2003
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> del tamaño de una semilla de amapola?
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